Lo importante de decirse la verdad

En Breakfast in Tiffany’s, Holly le cuenta a Paul que vive en un departamento a medio amueblar dado que no le gusta tener un hogar definido, de alguna manera eso limita su libertad, después en la escena del gato perdido y del llanto en el coche, Paul va a reprocharle que se cree que es libre porque se miente a sí misma pensando en que no está limitada por nada, ni siquiera por el amor que alguien más pueda sentir por ella, porque no pertenece a nadie y que eso lejos de hacerla libre la convierte en una niña asustada. Pobre Paul, pobre Holly.

En el fondo de la historia hay muchas más cosas que quedan veladas por la época y guarda muchas similitudes con La Dama de las Camelias, de Alexandre Dumas. Por supuesto, que en ningún caso estoy invitando a que sigamos esa tendencia  horrorosa de revisionismo modernito de estos tiempos, todo lo contrario, el pasado es el que es y bien dicen: «los pecados son del tiempo no de España».

Volviendo, resulta curioso sino es que un poquito trágico como es que aún con la edad a veces nos cuesta mucho contarnos la verdad. Nos hacemos mundos de cartón donde pintamos deseos, ilusiones e incluso la imagen que tenemos de nosotros mismos, sin darnos cuenta muchas veces que estamos repintando las mentiras que nos hemos contado tiempo atrás.

A lo largo de la vida habremos pintado esas paredes con amores hacia las cosas que un día te das cuenta que ahora te gustan menos o que directamente te han dejado de gustar. Esas que han mantenido su esencia, mientras nosotros íbamos cambiando. Llegas a un punto incluso de preguntarte si eso te habría gustado alguna vez o es una idea que alguien más puso en tu cabeza. Sócrates ha entrado a la conversación.

Entonces, pienso en Holly de nuevo y en esa última y muy amarga conversación con Paul, ella no quiere ser un ave presa en una jaula pero se ha construido un palacio de miedos (la mayoría sin fundamento, con perdón de Truman) en donde por su propia mano se ha quedado sola y bastante infeliz pero en las paredes de ese palacio ella ha pintado una mujer que no depende de nadie y que tiene una vida del todo aspiracional.

Lo que intento resaltar es lo importante de decirnos la verdad, de ser honestos con nosotros sin caer en el cinismo. Hay algo peor que «fracasar en la vida» y es tener éxito en la mentira; no es trágico cometer errores, lo trágico es errar toda una vida creyendo que todo va muy bien o que va tan mal que ya da igual y hay que empezar a acostumbrarse. Ser siempre precavido de no sustituir la verdad por la tolerancia porque esta terminará siempre siendo el hogar de la mentira.

Hay que decirse la verdad y hacerlo con cariño. Sin olvidar, el acto casi involuntario de guardar aquello que es imposible de olvidar pero complicado para recordar.

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