El camino a Roma

Últimamente me siento vaga, ligera en no poder quedarme en ningún sitio pero pesada necesitando avanzar sin decidir a donde. Me he pasado la vida con tanta prisa buscando la calma, haciendo tantísimo ruido que pensaba ingenuamente encontrar silencio.

Enric González dice que la vida no hace sentido pero es congruente, de primeras parece que es una frase más bien romántica que no tiene mucho sustento; al final tiene mucha razón, es como intentar salir de un trébol mientras conduces: sabes en qué salida te toca pero ya estando dentro, todo se convierte en un bucle de terror que finalmente provocará que escuches como el asistente del gps está recalculando la ruta.

Hay pocas sensaciones peores qué esa: te invade un sentimiento entre el pánico más puro y la desilusión más amplia, es qué solamente tenías que seguir la ruta, era solo cuestión de salir en la tercera salida a la izquierda. Por supuesto, también te entra el orgullo y con todo tu coraje le responderás a la siempre correcta asistente: si tan sencillo ven tu a salir en la tercera de la izquierda. Pero eso, lo que te queda es solo tragarte tu orgullo e intentar ahora sí salir en donde sea que encuentres el escape y por un momento contemplas si vas a pasar primero por Islandia o por el siguiente retorno.

A veces de eso se tratan los días, de recalcular las rutas, no de cambiar el destino, solamente de buscar otro camino para llegar a Él. Es más una respuesta natural que una habilidad para la que seguramente los modernos de ahora tengan ya decidido un término, para fines prácticos es esa campanita que suena en tu cabeza cuando no obtienes el resultado que esperabas, no has llegado al lugar según la ruta que te habías planteado, incluso te has perdido un poco y ahora contemplas como posibilidad para tu futuro tramitar la residencia en Islandia.

En la vida, como en las rutas del gps, hay que saber recalcular y como nosotros no lo hacemos tan automáticamente, es importante un poco de precaución primero claramente para no perder el destino al que llegar y segundo porque no todos los caminos te llevan tan rápido como tu quisieras y ahí también hay riquezas. Es conveniente aprender de quien sabe y mi abuelito, que es una persona muy sabia, me ha dicho que en la vida no hay que desesperarse, así como en el tráfico lo peor que puedes hacer es perder la paciencia y usar el claxon (sobretodo lo segundo).

Por tanto, hay que entender que en el camino perderemos muchas cosas y hemos de procurar ir encontrado otras, no por menos brillantes, menos valiosas; que está bien distraerse pero no quedarse dando vueltas en la glorieta en un bucle infinito. Y sobre todo, que el camino tiene sentido solo si sabemos hacia donde queremos llegar, no importa si eso implica la doble nacionalidad.

Al final todos los caminos llevan a Roma.

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