¿Y si sale mal?

Muchas cosas sucedieron en 2012. Los NY Giants vencen en el superbowl XLVI a los NE Patriots de Tom Brady, por supuesto, Eli Manning se queda con el MVP; se estrena en cines The Dark Knight Rises, la conclusión a la trilogía de Batman dirigida por Christopher Nolan; Call me maybe de Carly Rae Jepsen nos taladraba el subconsciente junto a Diamonds de Rihanna.

Norah Ephron falleció en 2012.

De ella nos queda una barbaridad de herencia: When Harry met Sally, You got an e-mail, The World of Magic Thinking y un montón de otros guiones y columnas en el NY Times, muy importante su último libro: «I remember nothing».

De entre todo aquello si hay que elegir, hoy quiero traer a la memoria lo que pensaba sobre fallar: «Los fracasos se quedan contigo de una manera muy distinta de los éxitos, los reestructuras, los recortas, los reescribes, vuelves a ponerlos en escena. El fracaso, dicen, es una experiencia qué te hace crecer, del fracaso se aprende. Ojalá fuera cierto. Yo creo que la enseñanza principal de un fracaso es que es muy posible que vuelvas a tener otro fracaso».

Claro que hay un enfoque positivo de los fracasos y los errores, que son aprendizajes y todas esas cosas bonitas pero ¿no es uno de las lecciones más importantes a tener en cuenta que, es muy posible que vuelvan a suceder? Por lo menos a Tom Brady le pasó con los Giants…

Volviendo a la sra. Ephron, me gusta particularmente la forma en la qué duda. Es bastante conocido qué cuando tocaba fondo (su vida fue tumultuosa por decirlo de alguna manera, aunque cueste creerlo) cuando se lo contaba a su madre, el consejo qué recibía de ella era: conviértelo en material. Supongo que lo aplicaría más de una vez y aun así dudaba de la posible utilidad de los fracasos como aprendizaje, más bien el uso qué les encontraba era el de recordatorios de lo voluble qué es la vida.

La visión práctica que transmite sobre la vida es algo que me gusta pensar qué compartimos, ¿si no puedo usarlo en un futuro medianamente próximo entonces para que lo quiero? ¿Merece la pena volver al fracaso si de ahí no se puede alcanzar un aprendizaje?

Pareciera como si fuéramos dejando puertas abiertas según vamos conociendo la casa completa.

Supongo que para eso servirá «hacerse mayor» contemplar nuestros errores y fracasos desde la suficiente distancia para cerrar esas puertas definitivamente y mucho menos intentar entrar por la ventana qué daba al jardín.

¿Y si sale mal? Pues otra anécdota más.

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