Ahí donde no estás


Los días fueron pasando y sentí que cada vez te conocía menos, que era posible qué en realidad nunca había sabido con certeza quien eras, solo había armado las piezas que conocía aunque ahí estaban los huecos, los silencios.

No supe qué otra cosa podía hacer, la espera consumió mi esperanza. Supe que te perdía pero también reconocí qué no podía ser lo que tú querías.

Te me escapabas como agua entre las manos.

Te quise muchísimo, siempre quise que te quedaras especialmente cuando no tuve nada firme, fuiste la única certeza que de verdad deseaba.

Los deseos no se piden a las estrellas se piden a la cara y me cansé de pedírtelos hasta que las palabras se gastaron y perdieron su valor. Se quedaron huecas funcionando solo como adornos en conversaciones tristes.

Las historias tristes a veces también son cartas de amor.

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