Las grandes victorias

Cuenta la historia que el 10 de mayo de 1796 se libró cerca de Milán un combate decisivo que contribuyó a expulsar a los austríacos de Italia y cimentar la fama del joven general Napoleón Bonaparte. De entre las muchas victorias que consiguió ésta es una de las que se recuerdan como más grande. Napoleón tenía 27 años.

En la entrega número 58 de los premios Grammy’s Taylor Swift consiguió 3 premios, entre ellos álbum del año, por su aclamado 1989. Tenía 26 años. Con su álbum anterior RED, casi consigue el premio mayor de la noche pero en aquella ocasión se lo llevó Daft Punk con el Random Access Memories, nada que agregar un álbum casi perfecto.

Podemos seguir haciendo un recuento de las grandes victorias de personajes de todos los ámbitos humanos, en el deporte vamos a encontrar muchos ejemplos, quizá demasiados pero ese segmento no es mi fuerte. La cuestión es que las grandes victorias, muchas veces no son públicas, más bien son como las mejores fiestas: las que se celebran en nuestro interior.

¿Será verdad que de pronto se te quitan las ganas de hacer lo que está bien?

Considerando que entre más tiempo se vive con la mentira más fácil es olvidarte de que lo es, la respuesta es: SI, siempre si, porque lo que está bien hecho no tiene lugares exclusivos de aplicación, contrario a lo que dicten los expertos de la legislación, lo bien hecho es válido en cualquier lado, uno puede abandonar los caminos mil veces recorridos y buscarse uno nuevo tanto como las ganas le acompañen.

Un día te das cuenta que ya está bien, que ya no aguantas esas mañanas, los miedos ajenos encima de ti que de a poco te han ido asfixiando, las ganas de estirarte la falda y no llamar la atención, ahí reconoces tu gran victoria: tus posibilidades no se reducen a ese acuario de cristal.

Y abandonas las cuatro paredes, la corte y riqueza, especialmente la noble belleza de la falsedad. Recuerdas que todavía eres esa chica cansada de oficinas que no quiere seguir buscando un hueco en las rutinas ajenas para tus aspiraciones.

Esa fue una de mis grandes victorias, yo no tenía ya ni 26 ni 27 pero jamás me gustaron las prisas, como dice Javier Aznar en Donde vamos a bailar esta noche: “No habíamos conquistado el África salvaje, no habíamos casado leones. Pero sabíamos ya como era el mundo. Le habíamos perdido el miedo. Teníamos sus secretos. Ya lo conquistaríamos”.  

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